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Fueron dos hermanos, nacidos en Tesalónica, y que se entregaron en cuerpo y alma a la conversión y formación cristiana de los eslavos. Son conocidos como los "Apóstoles de los eslavos", aunque no actuaron en solitario, sino en un grupo enviado el año 860 por el Emperador bizantino Miguel III, llamado el Beodo, a los jázaros.
1. Su acción evangélica
Eran los jázaros un pueblo tártaro, pero estaban abiertos a todas la creencias, aunque los dirigentes practicaban el judaísmo.
El 862, antes de emprender un viaje por Moravia (Oriente de la República Checa) a petición del gobernante de la región, Cirilo (827-869) creó el alfabeto eslavo. Se extendió al mismo ritmo que se cristianizaba al pueblo y se convirtió desde entonces en el modo escrito usual, del cuál se derivó el ruso contemporáneo.
Pronto se dedicaron ambos hermanos a presentar el Nuevo Testamento en la lengua vernácula, utilizando estas traducciones para desarrollar una liturgia eslava.
Fueron llamados a Roma por el papa Nicolás I para explicar el uso litúrgico que empleaban, pero llegaron después de la muerte del Pontífice. Su sucesor Adrián II aprobó la liturgia eslava. Cirilo murió en Roma el 869 y Metodio (826?-884) regresó a Moravia, ampliando su labor misionera. Fue nombrado arzobispo en el año 869 y siguió como alma de la conversión de aquellos pueblos de tantas promesas.
San Cirilo y San Metodio fueron canonizados en 1881 por León XIII.
En la Historia de los pueblos orientales quedó el recuerdo de su fervor misionero, su habilidad para adaptarse a la lengua y la cultura del pueblo y el empeño que pusieron en hacer de los textos evangélicos el centro de su predicación y la norma de vida de las comunidades que fueron organizando. (Ver Bárbaros)
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